Sizigias y cuadraturas lunares

Manuel Antonio de Rivas

1775


Un astrolabio para observar sizigias y cuadraturas

En lo que hoy es Mérida, Yucatán, en 1775, el fraile franciscano, Manuel Antonio de Rivas (fecha de nacimiento y muerte desconocidos), escribió un texto satírico que narra la llegada a la Luna de Onesimo Dutalón, un científico francés, abordo de un "carro volante". El texto nunca fue publicado. A Rivas lo denunciaron otros franciscanos ante la Inquisición, entre otras razones, precisamente por escribir “Sizigias y cuadraturas lunares” (el título abreviado del texto) el cual incluía "algunos temas urticantes para la iglesia" (Depetris: 11). Rivas fue absuelto, pero su texto nunca vio la luz. En 1958, casi dos siglos después, Pablo González Casanova lo encontró en los legajos del Santo oficio en el "Archivo general de la nación". En el capítulo "Fantasía y realidad" de su libro La literatura perseguida en la crisis de la Colonia se encuentra una de las primeras referencias a este texto. Al día de hoy “Sizigias y cuadraturas lunares” es considerado "el primer cuento fantástico escrito en hispanoamérica" (Depetris: 16).

El título completo del manuscrito es Sizigias y cuadraturas lunares ajustadas al meridiano de Mérida de Yucatán por un antíctona o habitador de la luna y dirigidas al bachiller Don Ambrosio de Echeverría, entonador que ha sido de kyries funerales en la Parroquia del Jeśus de dicha ciudad y al presente profesor de logarítmica en el pueblo de Mama de la península de Yucatán, para el año del señor 1775. Como sucede en los textos la época, el título incluye además otros elementos como son el lugar, el año de publicación y los supuestos destinatarios del mismo. Sin embargo, estos datos están inscritos dentro del propio registro satírico del texto. Sizigias y cuadraturas lunares es, en principio, una carta escrita por algunos habitantes de la luna, aquellos que conforman el Ateneo lunar, en respuesta a una primera misiva recibida de la tierra. La carta recibida de la tierra fue supuestamente escrita por alguien que se hacía llamar "el atisbador" u observador "de los movimientos lunares" quien muy probablemente trabajaba mediante instrumentos como el astrolabio o el telescopio. En la carta exponía sus observaciones respecto a los distintos momentos en que se habían alineado el Sol, la Tierra y la Luna (las llamadas sizigias); así como las fechas en que, debido a su posición, la Luna, la Tierra y el Sol habían habían trazado un ángulo recto (cada uno sería un punto; la línea que se formaría al unir estos puntos nos daría una L, en las cuadraturas orientales, y una L invertida en las cuadraturas occidentales). Rivas no sólo se inscribe dentro de una tradición que, tras el giro copernicano y la llegada del heliocentrismo, especula sobre la existencia de habitantes en otros planetas (como es el caso de Copérnico, Cyrano de Bergerac y Voltaire, entre otros), sino que abre también la posibilidad de fabular una perspectiva no humana para ejercer la sátira y mira a la Tierra desde otros cuerpos celestes.

En Sizigias, la relevancia de las observaciones recibidas en la carta hace que los selenitas quieran retribuir el gesto y convoquen a un congreso con los "mejores computistas" en la luna "versados en la historia del globo terráqueo". Por ello se congrega al "Ateneo lunar", y su Presidente pide a su secretario, de nombre Remeltoin, escriba una relatoría del encuentro para mandarlo a la tierra. Lo primero que se destaca en la epístola del congreso dirigida a la Tierra, fechada en el 1775 de la cronología cristiana, es la diversidad de registros calendáricos puestos en juego. La carta recibida de la Tierra, por ejemplo, esta fechada, mediante el calendario de la antigua Mesopotamia, en el "5 del mes epifi del año de Nabonasar 2510". A su vez, las observaciones astronómicas recibidas y algunos otros datos discutidos en Sizigias también están fechados mediante otros calendarios distintos al Cristiano, como el del Islam, el Judío o el Chino. Rivas muestra su conocimiento de todas estas cronologías y afina su sátira cuando señala que el año cero de los selenitas, similar al año cero de los cristianos, se estableció cuando Faetón, el hijo de Helios, convenció a su padre que lo dejara manejar su carro, el Sol, y trastornó la vida en la Tierra y quemó la Luna calcinándose él mismo con ella.

Durante el congreso del "Ateneo lunar" tienen lugar dos incidentes que son claves para el relato. En su camino al Sol, unos demonios se detienen en la luna y charlan con los miembros del Ateneo. Los demonios llevan al Sol a un materialista (muy probablemente el propio Rivas) pues al parecer Satanás no lo aceptó en el infierno terrestre. Entonces comienza una discusión sobre el lugar en que se ubica el averno, si en el subsuelo terrícola o en el Sol. Este debate será uno de los argumentos que los compañeros de Rivas presentarán ante el Santo Oficio para iniciar la investigación en su contra. En el relato se le pregunta al materialista llegado a la Luna si acaso conoce a un "atisbador de movimientos lunares". Afirma entonces que sólo conoce a un "almanaquista" que se dedica a esos asuntos. Este último, según dice, mantiene una relación epistolar con "el bachiller Ambrosio de Echeverría". Por eso la carta, como señala el título, va dirigida a Echeverría y al profesor de "logarítmica" u observador de movimientos lunares que les envío la misiva.

El fragmento que presentamos a continuación busca acercar al lector al viaje de Onésimo Dutalón a la Luna y exponer la relación y las opiniones que tienen los selenitas acerca de los habitantes de Mérida. Según se lee en el fragmento, el movimiento acelerado que padecen los habitantes de la península de Yucatán, debido a la rotación de la Tierra, afecta su estado de ánimo en un sentido que el lector está pronto a descubrir. Este asunto es otro de los que llevarán a Rivas a tener que defenderse ante la Inquisición. Vale la pena observar, finalmente, que tanto en el juego con los registros calendáricos como en el viaje de Dutalón, es posible ver el gusto de Rivas por una literatura informada por la ciencia. Dutalón es un científico que construye una máquina voladora. En su camino a la luna se dedica a probar (y a demostrar que es falsa) la teoría de Descartes sobre los torbellinos con la que este último explicaba los movimientos del Sistema solar. Es cierto que el método que utiliza este viajero para llegar a la luna no está presentado en base a algún conocimiento científico. Sin embargo, en sus distintas exploraciones, el relato no se queda en la fantasía, sino que muestra a menudo intereses y argumentaciones propias de la ciencia de su época. En este sentido es que puede considerársele también un texto de proto-ciencia ficción, emparentado con Historia cómica de los estados e imperios de la Luna (1657) de Cyrano de Bergerac y con el Primero sueño (1692) de Sor Juana. Las relaciones con este último texto están no sólo en la referencia al mito de Faetón y el gusto por la ciencia, sino también en la manera en que el texto de Rivas propone “que cualquier terrícola durmiendo" puede también viajar a la luna.

Bibliografía