Lejos del lenguaje barroco de Sor Juana y del registro satírico de Rivas, "Un viaje celeste”, de Pedro Castera (1846-1906), sintetiza varios rasgos presentes en el Primero sueño, y en Sizigias y cuadraturas lunares pero en un contexto que ya es el de la modernidad. Por un lado, como en el caso de Sor Juana, es un viaje realizado "con los ojos del alma", pero en el que el "delirio" propio del sueño tiene lugar al momento mismo de la escritura. Como en Sizigias, el viaje sobrepasa las fronteras del planeta Tierra; sin embargo, va mucho más allá de la luna pues, tal como lo deseaba el texto de Sor Juana, termina por elevarse hasta estrellas lejanas. El viajero describe otros planetas, como Júpiter, que presenta como habitados. En su camino hace un compendio de los conocimientos astronómicos de su época: se refiere a los planetas y estrellas del sistema solar, al tamaño que tienen con respecto a la Tierra, a la distancia que hay entre ellos, a la Vía Láctea, pero también a los átomos, a las moléculas y a la velocidad de la luz. Un Dios creador está presente a lo largo de todo el texto. Lo acompaña una sensación de asombro y pavor, propia de la concepción de lo sublime en el s. XIX, consecuencia de lidiar con un espacio infinito. Por último, un vocabulario que hace pensar en el establecimiento del Estado nación mexicano en esas décadas, con palabras como “patria” o “ciudadanía”, aparece en el texto. Pero se ve desbordado por el viaje que se narra, al punto en que el texto afirma: "el Universo es la patria de la humanidad y el hombre ciudadano del cielo".
Pedro Castera es además el autor de la primera novela de ciencia ficción en México de título Querens, en la que un científico experimenta con la hipnosis para implantarle recuerdos a una mujer. En el fragmento de "Un viaje celeste" que presentamos a continuación transcribimos buena parte del texto original. En él puede leerse el viaje que lleva a cabo el alma, así como el asombro y el miedo que experimenta.