La última guerra

Amado Nervo

1906


El fonotelerradiógrafo y la revolución de los mamíferos

El cuento "La última guerra", de Amado Nervo (1870-1919), narra una revolución llevada a cabo por los animales. El relato comienza exponiendo una secuencia histórica: "Tres habían sido las grandes revoluciones de que se tenía noticia: la que pudiéramos llamar Revolución cristiana, que en modo tal modificó la sociedad y la vida en todo el haz del planeta; la Revolución francesa, que, eminentemente justiciera, vino, a cercén de guillotina, a igualar derechos y cabezas, y la Revolución socialista, la más reciente de todas, aunque remontaba al año dos mil treinta de la era cristiana". Las acciones en el texto, por tanto, distinguen entre dos momentos históricos, el antes y después de la "Revolución social" . Así, al igual que el nacimiento de Cristo, la Revolución social establece un nuevo comienzo o año cero en el calendario humano. Algo hay aquí de las cronologías y los calendarios de distintas culturas con los que juega de Manuel de Rivas, pero ahora despojados de su tono satírico. A penas transcurridos seis años del siglo XX, en 1906, Nervo se refiere ya a una Revolución socialista y a una "última guerra" por la igualdad que vendría después. Se anticipa así a la Revolución Rusa de 1917. Sin embargo, en el relato la Revolución social sucede a una escala planetaria, se entrelaza con la teoría de la evolución y la idea de progreso, que aún tenía credibilidad antes de las dos guerras mundiales.

En los días anteriores a la Revolución social, según el cuento, los cuerpos, principalmente los del proletariado, habían mutado. Los trabajadores manuales tenían seis dedos en la mano derecha, mientras que a quienes laboraban en la conducción de vehículos se les habían atrofiado completamente las piernas. Las dos revoluciones que Nervo sitúa en el futuro se entrelazan con mutaciones genéticas y es por ello que entre una y otra transcurren largos periodos de tiempo. Según el texto, la Revolución social planetaria sucedió en el año 2030 –tan cercano a nosotros–, la voz que narra el cuento, sin embargo, se sitúa "en el año 3502" D.R.s. (“Después de la revolución social”, es decir, en el año "5532 de la era cristiana"). Para esta fecha, gracias a las condiciones de igualdad, las mutaciones que el trabajo había producido en el proletariado finalmente han desaparecido. La evolución, sin embargo, propició que los animales comenzaran a desarrollar su propio lenguaje. Ante este hecho, los seres humanos reaccionaron incorporándolos a su vida social forzándolos a realizar las labores del viejo proletariado.

En el cuento, la sociedad del futuro se encuentra altamente tecnificada. Hay aparatos como el "fonotelerradiógrafo", en el que "las vibraciones del cerebro al pensar" se comunican "directamente a un registrador especial", que a su vez las transmite a su destino. Además, se encuentra fuertemente estratificada. Los seres humanos son, según el texto, una élite ociosa, mientras los animales que realizan el trabajo tienen todos los conocimientos necesarios para usar la ciencia y las máquinas de esta época. "Por su posición geográfica en la medianía de América y entre los dos grandes océanos", en el cuento México se ha posicionado como "el centro del mundo". En el fragmento que presentamos a continuación se observa cómo es en este país que se anuncia el comienzo de la llamada "última guerra". El lenguaje de los seres humanos, según el cuento, es uno de los testimonios que dan cuenta de la manera en que la evolución de las especies es un camino hacia el progreso. En el relato, sin embargo, este progreso no se realiza exclusivamente en los seres humanos y, sobre todo, es indiferente a su supervivencia.