La noche anuncia el día (1947), de Diego Cañedo (Guillermo Zarraga Argüelles, 1892-1978), cuenta la historia de una máquina para captar y proyectar visualmente los pensamientos, con la que Don Antonio Cutiño, influye y controla las decisiones de un tirano, el General Camargo, que gobierna en la imaginaria república de La Paz. Cutiño, quien se vuelve comerciante durante el periodo revolucionario, se dedica a vender todo tipo de objetos a los soldados de un caudillo apodado el Chueco Farías. Aparece entonces en el relato Vrevsky, un científico ruso que, en su camino a La Paz, es capturado por el Chueco. Cutiño convence al Chueco que no mate al científico. En recompensa, en su lecho de muerte, Vrevsky le da los planos y las instrucciones para que construya la máquina que ha inventado y que permite conocer los pensamientos de otros. Terminada la revolución, el Chueco adquiere un puesto político y se desvincula de Antonio Cutiño, quien sigue en su labor de comerciante, se fascina por la radio y comienza a construir la máquina.
El artefacto funciona, Cutiño lo instala en la sala de su casa. Diego Cañedo imagina un mecanismo que integra en su funcionamiento la recepción de ondas hertzianas, como lo hacen la radio y la televisión, y con ellas imprime una película como la del cinematógrafo. Sin embargo, a la manera del fonorradiotelégrafo de Nervo, la máquina de La noche anuncia el día capta ondas peculiares: las que supuestamente producen los pensamientos involuntarios y no verbalizados de las personas, aquellos que expresan sus más íntimos deseos y fantasías. Con la ayuda de su secretario, José Mendieta, quien en la novela cuenta la historia al narrador, Cutiño comienza a celebrar fiestas, haciendo que la élite política asista a esos eventos para captar sus pensamientos y comunicarlos al General Camargo, argumentando un supuesto poder para leer la mente. Así, Cutiño logra prevenir al dictador de una intriga en su contra y de una conspiración para darle un golpe de estado. Al final de la novela, la máquina es destruida por el nuevo general que sube al poder.
En las reflexiones del personaje de Mendieta, esta máquina para conocer los pensamientos es presentada como un fascinante instrumento para conocer la verdad que cae en manos equivocadas. En la novela, este artefacto científico permitirá exponer las verdaderas fantasías de aquellos quienes practican "el culto a los principios socialistas con la fe del granjero que exclama ‘Hagase la voluntad de Dios en la sementera de mi vecino’". Así mismo, el texto de Cañedo no deja de denunciar "la furía agrarista" que vino después de la revolución a la República de La Paz. Lo anterior invita a leer la novela como una crítica a los gobiernos que siguieron a la Revolución mexicana.
Desde nuestra perspectiva, la manera en que la novela explora los efectos de un dispositivo capaz de violentar la privacidad de las personas, dada la manera en que capta las supuestas ondas que produce el pensamiento, la aleja de cualquier pretensión de ciencia ficción dura al tiempo que le brinda actualidad. En el fragmento que presentamos a continuación Mendieta le cuenta al narrador cómo fue que Antonio Cutiño la mostró la máquina y su funcionamiento.