Primero sueño

Sorjuana Inés de la Cruz

1692


El aparato digestivo es un alambique

El Primero sueño de Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695) refiere un viaje, emprendido a la llegada de la noche en el que el alma abandona el cuerpo. Este último se encuentra dormido, es insensible a su entorno pero se encuentra estimulado por los vapores destilados por la digestión. Estos vapores propician un sueño en el que el alma se eleva para ver el todo y busca ir más allá de lo concreto. En el texto, esta ambición es comparada con la trágica empresa de Faetón quien, al convencer a su padre Helios que lo deje conducir su carroza, el Sol, termina calcinado. Cuando el estimulo que producen los vapores del estómago acaba, el cuerpo despierta. Llega el día, triunfa sobre la noche y el poema concluye.

Comenzamos nuestra selección con el Primero sueño de Sor Juana Inés de la Cruz por dos razones. La primera tiene que ver con un juicio que se suele hacer al respecto de la ciencia ficción escrita entre el río Bravo y el río Suchiate. Se dice que la ciencia ficción en esta parte del mundo tiende a confundirse o incluso es parte del género fantástico. Como comenta Lilia Granillo, un señalamiento de este tipo, en principio, lo que busca subrayar es que la literatura escrita en estos lugares se caracteriza por un “escaso, cuando no nulo, conocimiento científico-tecnológico”. Supuestamente, para subsanar esta falta se busca el refugio en la “fantasía” (Granillo: 12). El Primero sueño de Sor Juan es precisamente un testimonio de lo contrario. Como lo señala Antonio Alatorre, en su “Invitación a la lectura del Sueño de Sor Juana”, en las imágenes poéticas del texto hay varias de carácter científico. Por ejemplo, la caracterización de la noche, al inicio del poema, mediante la imagen “Piramidal, funesta, de la tierra/ nacida sombra, al cielo encaminaba” es en parte una descripción científica de “la sombra" en forma de pirámide "que la Tierra proyecta" durante la noche. La sombra "nace" de la Tierra misma "hacia" lo que para el espectador son los cielos "cuando el Sol" ilumina la cara opuesta del planeta (Alatorre: 126). En este sentido, seguimos a Gabriela Damián cuando afirma que en el poema de Sor Juana se encuentra “la semilla” de un cierto tipo de ejercicio de la “imaginación” pero creemos que esta no sólo es fantástica, sino también científica y que afecta la escritura de escritoras y escritores por venir, como trataremos de dar cuenta en nuestra selección de textos.

La segunda razón por la que incluimos el Primero sueño como punto de partida es por la manera en que retrata al cuerpo como una máquina cuyas fantasías no están separadas del deseo de conocimiento. El texto concibe al cuerpo humano como una máquina barroca, siendo una de sus partes el aparato digestivo el cual funciona como un alambique. El poema describe cómo opera esa máquina al momento de dormir, cuando la imaginación y la fantasía quedan libres y son estimuladas al punto en que engendran una forma de delirio. En Sor Juana este delirio no está separado del deseo de conocimiento. Es cierto que Sor Juana no imagina una máquina del futuro y en ese sentido es polémico situarla como una escritora de ciencia ficción. Sin embargo, mediante la ciencia de su época, el Primero sueño sí nos deja ver los mecanismos que hacen posible el ejercicio de la imaginación en distintos relatos por venir. Por ello es que coincidimos con aquellos textos (Damián, 2018; Lepori, 2011) que ven en este texto un ejercicio de "proto ciencia ficción".

El fragmento que presentamos a continuación pone en escena precisamente los mecanismos que en el cuerpo hacen posible el ejercicio de una forma de imaginación científica. En el mundo barroco de Sor Juan hay tres facultades interiores. La estimativa es aquella que recibe los mensajes de los sentidos. Esta los transmite a la imaginativa, facultad que los ordena y se los manda a la memoria. Como lo explica Antonio Alatorre, según el poema, cuando estamos dormidos no reciben las facultades interiores “ninguna información de los (sentidos) exteriores, que están inactivos”. El “vapor sutilísimo” que va de la digestión en el estómago al cerebro “impulsa sin estorbos a la imaginativa para ir más allá de las experiencias reales y concretas, o sea para fantasear”. Dormidos, “a solas con nosotros mismos, la fantasía queda liberada de compromisos y se pone a inventar, a crear imágenes” (Alatorre: 131). Como esperamos mostrar a partir de nuestra selección creemos encontrar ecos de los mecanismos para la fantasía de este cuerpo-máquina en textos posteriores.

Bibliografía